Fatiga adrenal (o estrés adrenal)

Antes de empezar este post, quiero matizar que el término “fatiga adrenal” no está reconocido oficialmente por la medicina convencional, sino que fue un término que utilizó James L. Wilson, naturópata y autor del libro “Adrenal Fatigue: The 21^st Century Stress Syndrome”, y cuyo uso se extendió posteriormente en el ámbito de la medicina integrativa.

En cuanto a la medicina convencional, lo que sí está reconocido es que el estrés crónico puede ser causa de numerosas enfermedades. Además, sí se reconocen otras condiciones como la insuficiencia suprarrenal (estudio), la fatiga crónica (estudio), la fibromialgia (estudio) o el síndrome de “burnout” (estudio).

Pero a pesar de esta falta de reconocimiento y de que existen algunos estudios que aún concluyen que la fatiga adrenal es un mito y no hay suficientes pruebas que la sustenten, la experiencia de numerosos profesionales dice lo contrario. En el ámbito de la medicina integrativa, este término es ampliamente utilizado para agrupar un conjunto de síntomas inespecíficos y que, en la mayoría de casos, se relacionan con un estado de estrés mantenido en el tiempo. Aquí no estamos hablando del estrés agudo, del que nos permitía huir de un león en la naturaleza y que era positivo para nuestra supervivencia como especie, sino que nos referimos a un estrés crónico elevado.

¿Cuáles son los síntomas de la fatiga adrenal?

Algunos de ellos (no hace falta que se presenten todos para que se considere que hay estrés adrenal) son los siguientes:

SÍNTOMAS:

Un punto importante a tener en cuenta es que de nada sirve agrupar esta sintomatología en el término “fatiga adrenal”, si no nos centramos en buscar y solucionar el origen del problema. Tratar estos síntomas sin ir a la raíz (pastillas para dormir, para la ansiedad, antihistamínicos, café para mantenerse activo, etc.), solo nos servirá de “parche”, por lo que siempre hay que acudir a un buen profesional para investigar la causa de lo que nos pasa.
Y puede que no sea una sola la causa, sino que se trate de un cúmulo de estresores. De ahí que no sea tarea fácil identificarlos.

GLÁNDULAS SUPRARRENALES

Estas glándulas producen hormonas como el cortisol, la aldosterona, la epinefrina o la norepinefrina. Cuando producen más o menos hormonas de lo normal, puede aparecer alguna enfermedad. La teoría de la fatiga suprarrenal es que estas glándulas no son capaces de mantener las exigencias de un constante estado de “lucha o huída” debido al estrés crónico. Esto provoca una forma leve de insuficiencia suprarrenal que nuestro cuerpo percibe, pero que no es tan grave como para detectarse en las analíticas rutinarias, por lo que finalmente se podría acabar diagnosticando fibromialgia, depresión o alguna otra condición que dejara la causa real sin diagnosticar (Mayo Clinic).

CAUSAS:

Se considera al estrés continuado en el tiempo (ya sea físico o emocional) como el principal responsable de la fatiga adrenal. Aquí tenéis algunos ejemplos de cada uno:

• Estrés físico: enfermedades autoinmunes, infecciones, virus activos, exceso de ejercicio, intoxicación por metales pesados, hiperplasia suprarrenal, neoplasias.
• Estrés emocional: muerte de seres queridos, trastornos de la alimentación, traumas, problemas familiares o de trabajo, mudanzas, inestabilidad económica, falta de sueño, etc.

Como vemos, hay diferentes tipos de estresores y muchos son inevitables con el ritmo de vida tan acelerado que llevamos hoy en día. Pero esto no significa que no podamos trabajar en ellos para que tengan menos impacto en nuestra salud.

¿Qué hago si sospecho que tengo fatiga adrenal?

Lo primero, acudir a un profesional para que nos acompañe en el proceso y nos ayude a restablecer nuestra salud. Y lo segundo, y que podemos hacer desde ya, es mejorar nuestros hábitos, introduciendo cambios que nos lleven a una vida mejor. Por ejemplo:

• Llevar una alimentación densa en nutrientes, adaptada a nuestras necesidades y que incluya verduras y frutas de diferentes colores (como dicen los angloparlantes, “eat the rainbow”). Intentar rotar los alimentos, que sean de temporada y con un índice glucémico bajo para mantener los niveles de azúcar estables.

• Establecer una rutina de sueño. Ir a dormir antes de las 00h, dejando las pantallas unas horas antes (si no podemos, usar filtros para la luz azul), y dormir de 6 a 8 horas al día.

• Movernos más, pero sin excedernos con el ejercicio cardiovascular, ya que eso también lo percibe nuestro cuerpo como un estrés.

• Exponernos al sol, no solo para aumentar los niveles de vitamina D, sino porque ayuda a relajarnos y ajusta nuestros ritmos circadianos.

• Trabajar nuestras emociones y la gestión del estrés (son muy útiles las actividades como el yoga o la meditación).

• Salir con los amigos, la familia, la pareja… En definitiva, tener relaciones sociales positivas que nos hagan felices.

• Pasar tiempo en la naturaleza y estar en contacto con animales. Los baños de bosque o el grownding (ir descalzos, notar la tierra, la hierba o la arena en contacto con nuestra piel), que tanto se han puesto de moda, nos aportan sensaciones placenteras y nos permiten desconectar.

• Reservar tiempo para hacer actividades que nos llenen, a poder ser a diario (no te obligues a ello ni te vuelvas neurótico, o será peor). Puedes pedir cita para darte un masaje, encender velas aromáticas, darte un baño con sales, apuntarte a baile, a pintura (lo que te llene a ti).

Resumiendo un poco, se trata de mejorar la relación con nosotros mismos y con los demás, y hacer cosas que nos lleven a un estado de bienestar físico y mental. Permítete parar, sé consciente y trata de no ir en piloto automático. Tener tiempo para nosotros y para las cosas que nos gustan debería ser la norma, no la excepción. Quizá pienses que no es tarea fácil, pero merece la pena intentarlo.

FUENTES

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